En el marco de las festividades del Año Nuevo seri, la reapertura del Centro Cultural comcáac, Coyote Iguana, impulsado por la Secretaría de Cultura, a través de la Dirección General de Culturas Populares Indígenas y Urbanas (Dgcpiu) y, en coordinación con el Gobierno de Sonora y el Instituto Sonorense de Cultura (ISC), puso de manifiesto la voluntad para saldar la deuda histórica que se tiene con los pueblos indígenas.

Dentro del Plan de Justicia Seri, la reapertura de este icónico Centro Cultural colocó como epicentro de la transformación y la justicia a la cultura. Con la presencia de Marina Núñez, subsecretaria de Cultura federal; Jesús Antonio Rodríguez, titular de la Dgcpiu; y Beatriz Aldaco, directora del ISC; la reinauguración del recinto estuvo cargada de ese simbolismo del renacer. Tras un período largo, el Centro Cultural Coyote Iguana reabrió sus puertas para la comunidad de Punta Chueca.

La subsecretaria Mariana Núñez señaló que este espacio fue creado para aportar y estimular el crecimiento de la comunidad, de ser un punto de reunión, de tejer lazos.

“Un espacio para la esperanza, para crear y aportar al desarrollo de la comunidad. Los lugares que no tienen vida y actividad se mueren, por eso el compromiso de todos aquí es mantenerlo”, expresó la subsecretaria.

Por su parte, Jesús Antonio Rodríguez, coordinador federal de la Dirección General de Culturas Populares catalogó esta fecha como un punto de reinicio.

“Este es un punto de reinicio. Con este Centro cultural debemos articular las relaciones para las y los jóvenes, para las mujeres, debemos entender que la cultura no es un elemento último de la cadena, sino que es la que sostiene la identidad. La lengua, la cosmovisión, eso es lo que tenemos que preservar: la transmisión de una generación a otra y este espacio nos permite fortalecer eso”, explicó el funcionario federal.

La reinauguración empezó con la narración oral “Coyote Iguana” a cargo de Arturo Morales, de la Unidad Regional de Sonora de Culturas Populares. Después, los cantos seris de Valentina Torres, presentaciones de danza de pascola y venado, y un dueto yaqui de los hermanos Mendoza, además de cantos en mayo. El escenario no podría ser más bello y simbólico: Punta Chueca, esa intersección entre el desierto y el mar que es el territorio del pueblo comcáac.

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