Sonora Power 2021
Por Demian Duarte
Como parte de la nueva normalidad, todo indica que ahora tendremos que acostumbrarnos a la nueva entidad política que suma a personalidades que antes estaban enfrentadas entre sí y que ahora suman fuerzas con la finalidad de enfrentar al que aparece como su enemigo común, un adversario formidable que los ha obligado a olvidar sus diferencias y unirse en pos de preservar sus cotos de poder político y económico.
Vi con mucha atención la unción de Ernesto Gándara Camou como precandidato a gobernador del PRI, del PAN y el PRD este fin de semana, en un acto político que la única diferencia que tuvo con otros procesos del priismo en Sonora fue que debió realizarse en forma virtual, pues la pandemia de coronavirus vigente, impidió que se desarrollara el tradicional acto con matracas y porras a favor del ungido por el priismo.
Vamos incluso la comisión de procesos internos le hizo a Gándara su ”check list” en el que se verificó que incluso tiene sus cuotas como militante al corriente, a pesar de que el ahora precandidato renunció a su militancia, hace algunos meses para ser candidato ciudadano.
Y está bien, Ernesto Gándara ha estado en la fila de ese partido, el PRI, por muchos años como aspirante a candidato y eventualmente a ser gobernador. Su proyecto de vida, inspirado en la trayectoria de su padre Don César Gándara Laborín, es ese, y creo que históricamente le corresponde ser el candidato que represente a su partido.
Lo pasmoso, como digo en el titulo de esta segunda entrega del entorno del poder en Sonora en el 2021, es precisamente el modo y en particular el entramado del que será candidato Ernesto.
Como observador del entorno político-electoral de mi estado debo decir que ni el PRI, ni el PAN son muy distintos en la forma, aunque si que lo han sido a lo largo de los años en el fondo, pues por una parte los primeros han defendido una ideología liberal y nacionalista, mientras los otros han tenido un enfoque conservador y muy dado a la reacción, sobre todo ante lo que fueron esos gobiernos nacionalistas emanados de la Revolución Mexicana y que defendían la soberanía nacional ante el interés del exterior.
Muy distinta al debate ideológico nacional, lo ha sido la práctica, yo siempre lo he sostenido que entre priistas y panistas la situación era aparentar estar enfrentados, aunque en lo oscurito hicieran acuerdos, pues en los recientes 30 años los acuerdos y las negociaciones para buscar el beneficio mutuo han sido la marca de la casa.
Cómo olvidar la cercanía de mi abuelo, un recalcitrante panista tradicional, incluso integrante del Opus Day, como era Hilario García Galindo, con el gobierno Masón de Manlio Fabio Beltrones, un cachorro del régimen priista que llegó a Sonora en 1991 a gobernar con mano dura y que encontró en los panistas a sus aliados, aunque fingieran estar enfrentados.
En ese sentido, mi frase persistente y como testigo en primera línea (como periodista, pero también como familiar directo) es que priistas y panistas se peleaban de día, pero por la noche dormían juntos.
De hecho en el caso de Hermosillo PRI y PAN a lo largo de 51 años se turnaron el poder unos a otros (1967-2018), hasta que le tocó a la actual alcaldesa Celida López Cárdenas romper esa cadena y lograr una transición hacia el proyecto de Morena y el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Este contubernio entre PRI y PAN ha sido notorio por las negociaciones y acuerdos siempre presentes en el Congreso del Estado de Sonora, donde los unos han servido a los otros y se las han arreglado para tomar los acuerdos pertinentes y así favorecer al gobernante el turno.
No es ningún misterio eso de que los priistas sirvieron y muy bien al panismo cuando Guillermo Padrés Elías fue gobernador del estado y que le facilitaron el entorno para cumplir con sus objetivos de saqueo sistemático del estado y endeudamiento de las finanzas del estado. Pero tampoco lo es el hecho de que en los gobiernos de Eduardo Bours o de Beltrones, o de Armando López Nogales o de Claudia Pavlovich, los panistas han estado al servicio del PRI y han cedido y operado en las votaciones a cambio de favores inconfesables.
En la práctica son lo mismo, y aunque fingen y pretenden conflicto, representan (con algunas muy extrañas excepciones) al mismo status quo, y por lo tanto al sentirse amenazados por Morena y el proyecto de la cuarta transformación que toca la puerta en Sonora con Alfonso Durazo es que deciden sumar fuerzas y así intentar enfrentarse al enemigo común.
De hecho panistas y priistas por igual se han casado entre sí, han tenido familia, ahijados, relaciones de amistad y de negocios, la situación es que hoy finalmente han perdido el pudor y ante la emergencia han tenido que reconocer que en efecto son lo mismo, nomás un poquito revueltos.
El PRD pudo ser distinto, se trató de un partido que surge de una escisión del PRI, pero que se fortalece con liderazgos históricos de la izquierda, organización política que en su origen le plantó cara al tradicional priismo y a los cacicazgos regionales en Sonora y que en su momento logró triunfos históricos, en Cajeme con la primer alcaldía importante en manos de un proyecto de izquierda en 1997, y que llegó a parecer una alternativa real de gobierno en Sonora, que incluso desplazó a la derecha representada por el panismo al tercer lugar.
Sin embargo el perredismo encarnado por el sonorense Jesús Zambrano Grijalva acabó por traicionarse a si mismo y perder totalmente su ideología y su identidad, lo que al final ha resultado en el rechazo de la población e incluso de la que llegó a ser su base militante (que emigró masivamente a Morena).
Hoy como medida de supervivencia, ese mismo PRD se suman a sus enemigos de siempre, el PRI y el PAN.
En este caso las posiciones están cantadas.
Ernesto Gándara Camou será candidato de ese entramado extraño que suma a enemigos históricos, que la realidad nunca han estado enemistados, que han pretendido defender proyectos distintos pero que en el fondo y en función de sus intereses son lo mismo.
En la otra esquina está como ya sabemos Alfonso Durazo Montaño, como sabemos representante del proyecto de Morena y que busca como ya hemos documentado importar los preceptos de la 4T a Sonora.
Está por supuesto la variable incógnita, con Ricardo Bours Castelo como candidato del Movimiento Ciudadano y quien recorre desde ya el estado en un intento desesperado por ganar simpatías y pintar en las preferencias, aunque todos sepamos (él mismo incluido) que no tiene posibilidad alguna.
Los 3 proyectos avanzan ya en pos de sus objetivos y aunque a mi parecer Alfonso Durazo tiene una ventaja considerable, tendrán que ser los electores quienes decidan en base a los argumentos y propuestas de cada uno de los aspirantes.
Sin embargo no deja de aparecer como curiosidad esa extravagante realidad de ver a los priistas muy amigos (en público ya no a escondidas) de los panistas y a los panistas echándole porras a Ernesto Gándara y diciendo a los cuatro vientos que su proyecto para Sonora es el “borregober”, encabezado por un distinguido militante con probado pedigree y alcurnia, que corresponde al PRI.
Correspondencia a demiandu1@me.com