Demian Duarte
El presidente planteó la necesidad de un nuevo modelo de asociación en América, similar a la Unión Europea, a fin de presentar un frente unido en la región ante la emergencia de China como la mayor potencia económica global.
“Debemos planificar conjuntamente nuestro desarrollo, nada de hacer hacer o dejar pasar”, señaló el presidente de México al lanzar esta propuesta que incluso considera la sustitución de la Asociación de Estados Americanos (OEA), con el objetivo de recuperar el terreno perdido luego de que China se las ha arreglado en 30 años para convertirse en el mayor referente mundial en materia del comercio y servicios.
“Debemos ser realistas y aceptar, como lo planteé en el discurso que pronuncié en la Casa Blanca en julio del año pasado, que mientras China domina 12.2 por ciento del mercado de exportaciones y servicios a nivel mundial, Estados Unidos solo lo hace en 9.5 por ciento; y este desnivel viene de hace apenas 30 años, pues en 1990, la participación de China era de 1.3 por ciento y la de Estados Unidos de 12.4 por ciento”, resaltó.
López Obrador añadió en ese contexto: Imaginemos si esta tendencia de las últimas tres décadas se mantuviera, y no hay nada que legal o legítimamente pueda impedirlo, en otros 30 años, para el 2051, China tendría el dominio del 64.8 por ciento del mercado mundial y Estados Unidos entre el 4 y 10 por ciento; lo cual, insisto, además de una desproporción inaceptable en el terreno económico, mantendría viva la tentación de apostar a resolver esta disparidad con el uso de la fuerza, lo que nos pondría en peligro a todos.
Andrés Manuel López Obrador habló del factor económico como el determinante de esa nueva realidad y planteó que China plantea un factor de desequilibro por su avance como potencia económica hegemónica, de modo que llamó a Estados Unidos a cambiar su política a fin de lograr equilibrios.
En ese sentido resaltó que se debe establecer un nuevo acuerdo en el que prevalezca el respeto y la dignidad de los pueblos de todo el continente.
La propuesta parte de un nuevo modelo de asociación americana, que considere inversión, migración, relaciones laborales, protección al medio ambiente y cooperación para el desarrollo y bienestar de toda América Latina y El Caribe, recalcó.
López Obrador anotó que es inaceptable la política vigente al antojo de la superpotencia, apliquemos la no intervención, determinación de los pueblos y convivencia pacífica.
Dijo que en ese enfoque China aparece como el factor, porque su crecimiento desmesurado favorece la visión de ser vistos como aliados y no como vecinos distantes.
El presidente recordó que desde 1823 prevalece en el continente la visión sustentada en la Doctrina Monroe, en donde el enfoque es “América para los Americanos”, lo que ha propiciado una historia de dominación e intervencionismo en los países de la región por parte de los Estados Unidos.
La consigna de “América para los americanos” terminó de desintegrar a los pueblos de nuestro continente y destruir lo edificado por Bolívar. A lo largo de casi todo el siglo XIX se padeció de constantes ocupaciones, desembarcos, anexiones y a nosotros nos costó la pérdida de la mitad de nuestro territorio, con el gran zarpazo de 1848, subrayó.
“Ya es momento de una nueva convivencia entre todos los países de América, porque el modelo impuesto hace más de dos siglos está agotado, no tiene futuro ni salida y ya no beneficia a nadie. Hay que hacer a un lado la disyuntiva de integrarnos a Estados Unidos o de oponernos en forma defensiva”, dijo.
El presidente consideró además que es tiempo de explorar otra opción: la de dialogar con los gobernantes estadounidenses y convencerlos y persuadirlos de que una nueva relación entre los países de América es posible.
En la actualidad —remarcó—hay condiciones inmejorables para alcanzar este propósito de respetarnos y caminar juntos sin que nadie se quede atrás.
“Obviamente, no es poca cosa tener de vecino a una nación como Estados Unidos. Nuestra cercanía nos obliga a buscar acuerdos y sería un grave error ponernos con Sansón a las patadas, pero al mismo tiempo tenemos poderosas razones para hacer valer nuestra soberanía y demostrar con argumentos, sin balandronadas, que no somos un protectorado, una colonia o su patio trasero. Además, con el paso del tiempo, poco a poco se ha ido aceptando una circunstancia favorable a nuestro país: el crecimiento desmesurado de China ha fortalecido en Estados Unidos la opinión de que debemos ser vistos como aliados y no como vecinos distantes”, destacó.
“Nosotros preferimos una integración económica con dimensión soberana con Estados Unidos y Canadá, a fin de recuperar lo perdido con respecto a la producción y el comercio con China, que seguirnos debilitando como región y tener en el Pacífico un escenario plagado de tensiones bélicas; para decirlo en otras palabras, nos conviene que Estados Unidos sea fuerte en lo económico y no sólo en lo militar. Lograr este equilibrio y no la hegemonía de ningún país, es lo más responsable y lo más conveniente para mantener la paz en bien de las generaciones futuras y de la humanidad”, apuntó.
Apliquemos —sugirió— los principios de no intervención, autodeterminación de los pueblos y solución pacífica de las controversias. Iniciemos en nuestro continente una relación bajo la premisa de George Washington, según la cual, “las naciones no deben aprovecharse del infortunio de otros pueblos”.