Sonora Power por Demian Duarte
Un mercado interno fuerte es la clave de una economía sana y vigorosa.
Una sentencia tan sencilla fue muy difícil de asimilar por los gobiernos de la era neoliberal, que actuaron durante 36 años (de 1982 a 2018) como enemigos de la clase trabajadora, abatieron a la clase media y cancelaron la movilidad social en el país.
Debió llegar Andrés Manuel López Obrador con una visión social de bienestar para el pueblo de México, para entrar al rescate de la clase trabajadora y de la economía del país.
Los gobiernos de ese periodo cometieron cualquier cantidad de crímenes y barbaridades contra los mexicanos, que bien merecen el repudio del pueblo. Creo que el mayor pecado social cometido por la tecnocracia, fue precisamente la política de contención salarial, diseñada para convertir a México en un destino que ofertó la mano de obra barata como su principal atractivo.
Esto es malbaratar al país y orillar al pueblo mexicano a la pobreza y a la descomposición social, de hecho muchos de los males del país tienen su origen en esa visión entreguista, pues al recortarle a las personas sus posibilidades de desarrollarse a partir de sus talentos e incorporarse al mercado laboral con la posibilidad de obtener buenos salarios, lo que se propició que es que muchos mexicanos al no tener alternativas, se orientaran a actividades ilícitas, como el robo, el tráfico de estupefacientes, la extorsión y muchas otras, con derivaciones en actividades como la prostitución.
Muchos mexicanos en esa etapa debieron emigrar a los Estados Unidos, y en ese proceso se dio la fuga de talentos y de cerebros.
Para los neoliberales la idea de un México moderno, era la de un país de desequilibrios y desigualdad, con un mercado de consumidores de 30 millones de afortunados, frente a 100 millones de menesterosos buscando sobrevivir a como diera lugar.
Y esto generó otro de los grandes problemas sociales que padece México en este momento, el profundo clasismo y racismo, con una minoría que se percibe por arriba de los demás, sin tener siquiera condiciones de propiedad de los medios de producción, pues se trata de empleados, trabajadores y profesionistas que han tenido la buena fortuna de desarrollarse y obtener mejores ingresos que la media.
Sin embargo esa percepción que tienen de si mismos de ser una clase por encima de la clase trabajadora es un engaño. No dejan de ser trabajadores con mejores condiciones laborales que el resto del mercado, pero vulnerables a un despido o a una crisis. Es decir no forman parte de la burguesía.
México lamentablemente se mantuvo como el país de las desigualdades que desde inicios del siglo 19 percibió Alexander von Humboldt, cuando vino a hacer labores de investigación, estableciendo entonces esa dicotomía entre un país vasto y rico en recursos naturales y con una minoría enormemente rica y una mayoría marginada en la pobreza.
El país vivió en la era del “milagro mexicano” un cambio de fondo, con el surgimiento de una clase media, fue la fase del desarrollo estabilizador, sin embargo ese momento duró pocas décadas. Llegó después la decadencia del régimen priista y de la mano de esa decadencia, es que se apropiaron del escenario los neoliberales.
Carlos Salinas de Gortari en su momento de mayor poder, incluso llegó a aventurar que su plan era establecer un sistema, un régimen que gobernará a México por 30 años y lo logró.
Lo que nunca dijo es que su verdadera intención era hundir al país en la miseria, malbaratar a las empresas del estado y entregar los recursos naturales de la nación a intereses de particulares y extranjeros.
Contra eso es contra lo que luchamos, contra el neoliberalismo y sus efectos, y ahora que se les ganó y que están derrotados, los mexicanos tenemos mucho de que alegrarnos.
La parte importante en todo esto es que no se trataba del clásico “quítate tu, para ponerme yo”, se trataba de propiciar un cambio desde el gobierno, un cambio de actitud y un cambio de modelo.
Andrés Manuel lo hizo, inició con ese cambio, y una parte fundamental para lograrlo fue cambiar la política salarial y de explotación a la clase trabajadora, su empeño fue regresar la dignidad a los mexicanos y lo consiguió.
Con AMLO el salario mínimo subió de 88 pesos, que era el nivel en 2018 a 249 pesos, un alza del 283 por ciento y esto empujó al resto de los sueldos en alza.
Claudia Sheinbaum Pardo, la nueva presidenta, en congruencia ha mantenido esa posición y en su primer año de gobierno logró un acuerdo de aumento al salario de 12% para quedar en 278.80 pesos diarios.
En la frontera la diferencia es mayor, pues el monto pasará de 374,89 pesos a 419,88 pesos, esto representa un aumento del 400% respecto a los niveles del 2018.
La estrategia es justamente esa, ampliar el mercado interno, poner dinero en manos de la gente e incorporarlos al mercado de consumo. Las alzas al salario se complementan los programas de bienestar y el plan de desarrollo de infraestructura.
AMLO y ahora Claudia Sheinbaum insisten en nombrar al modelo “humanismo mexicano”, yo pienso que es keynesjanismo puro.
Lo importante al final del día no es como se nombra, sino los resultados y la verdad es que los resultados son espectaculares.
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