La boxeadora argelina Imane Khelif alcanzó la cima del boxeo olímpico a última hora de este viernes al imponerse en la final de la categoría de -66kg a la china Liu Yang. La púgil africana culminó exitosamente su periplo en París 2024, en unos Juegos en los que tuvo que sobreponerse a los constantes ataques injustificados que ponían en duda su sexualidad.

Khelif, mujer, de 25 años, ya había sufrido ataques transfóbicos a lo largo de su carrera, pero estos se intensificaron hace una semana cuando la argelina derrotó a la italiana Angela Carini en los octavos de final de los Juegos Olímpicos. El combate apenas duró 45 segundos porque su rival abandonó la contienda después de recibir un duro impacto en el rostro en el primer asalto. “Nunca me habían pegado tan fuerte”, declaró Carini al finalizar el encuentro, una frase que fue utilizada como bandera por miles de usuarios de redes sociales que empezaron a poner en duda la sexualidad de Khelif y avivaron una campaña de acometidas impulsada desde la ultraderecha.

Los ataques no solo vinieron de aficionados o usuarios de redes sociales, sino también de algunas de sus contrincantes. Antes del enfrentamiento de cuartos de final, su rival en esa ronda, la húngara Anna Luca Hamori, compartió en su cuenta de Instagram una imagen publicada en otro perfil en la que se caricaturizaba a Khelif con una notable exageración de rasgos tradicionalmente asociados a lo masculino.

Las hirientes críticas que recibió la boxeadora argelina también estaban basadas en un bulo, dado que Khelif es una mujer, que pese a ofrecer altos índices de testosterona en algunos controles, no se ha expuesto a ningún tipo de tratamiento de cambio de sexualidad, como aseguraban sus detractores.

Esos altos niveles de testosterona ya le habían costado la exclusión de algunas competiciones internacionales como el campeonato mundial de boxeo del año pasado, organizado por la Asociación Internacional de Boxeo. El Comité Olímpico Internacional, sin embargo, admitió la participación porque Khelif no es trans. Las dudas sobre su condición surgieron por un test filtrado por la Asociación Internacional de Boxeo (enfrentada al COI) que señalaba que cuenta con cromosomas XY, los masculinos, a pesar de que es conocido que desde que era pequeña luchó por boxear y se enfrentó a su padre, que creía que ese no era un deporte para niñas. Hay mujeres con cromosomas XY, en efecto. Personas intersexuales, que nacen con una combinación de rasgos biológicos, como genitales, hormonas o cromosomas, que no son exclusivamente de hombre o de mujer. Y ese podría ser el caso de Khelif, aunque se desconoce.

La argelina, que se echó a llorar tras su combate de cuartos de final, ha sido capaz de soportar una tremenda presión en su camino hacia el oro: no ha perdido ningún asalto en los cuatro combates que la llevaron al título. “Soy una mujer como cualquier otra”, dijo tras proclamarse campeona olímpica (El País).

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