#SonoraPower por Demian Duarte
Mis 32 años en el periodismo
Comencé en esta compleja pero muy emocionante profesión a una edad muy temprana, a los 17 años hice mi primer trabajo pagado como reportero en Hermosillo, era el año de 1990, un 17 de abril para ser preciso, lo recuerdo como si fuera ayer.
De hecho meterse y comprometerse de lleno con esta actividad profesional representó desde entonces una especie de vendaval, una sucesión de hechos.
Al respecto puedo decir que las satisfacciones son altas, pero también los costos, el periodista no tiene vida privada.
Me han tocado de entonces a la fecha 6 presidentes, Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador. De todos ellos puedo hablar en orden del peor al mejor.
También he vivido las crisis, las económicas, las sanitarias, las políticas, todas y cada una de ellas me dejaron experiencias invaluables.
Soy sonorense y estoy involucrado directamente con el ambiente político y económico de mi estado, y en ese entorno viví directamente las administraciones de Manlio Fabio Beltrones, Armando López Nogales, Eduardo Bours Castelo, Guillermo Padrés Elías, Claudia Pavlovich Arellano y hoy la de Alfonso Durazo Montaño, también a ellos los he conocido y a la mayor parte los tuve que padecer.
En mi estado he tenido la cobertura de todo tipo de circunstancias, desde el asesinato de Luis Donaldo Colosio, hasta la tragedia de la Guardería ABC, en mi carrera pude tomar nota de las actitudes, pasiones, circunstancias de vida, intereses y ambiciones de los protagonistas de la vida política.
Soy afortunado, porque me toca documentar una fase sumamente trascendente de la vida política, económica y social de mi país y de mi estado.
Como periodista creo en la necesidad de tomar partido, no andarse con medias tintas, he asumido los compromisos de tal posición y los costos de hacerlo, pero en mi visión como profesional de los medios creo justamente en el papel del periodista y los medios de comunicación como una guía a la opinión pública.
No creo en la imparcialidad de los medios y considero que la objetividad como tal, es un concepto y un criterio que no existen. Ninguno de los medios de comunicación que conozco, consulto y he leído y —por supuesto— en ninguno de los que he trabajado (que son muchos) se maneja con esa divisa.
Todos tienen intereses, una línea editorial, filias y fobias y una posición ideológica y considero que es importante ante todo mantener una divisa de honestidad y claridad respecto a cuál es nuestra posición política e ideológica, de lo contrario creo que al no decir esa postura, estamos engañando al lector y a las audiencias.
Por eso desde siempre he manifestado estar a favor de las causas de izquierda, a favor de los más pobres y en contra de las injusticias que cometen los poderosos. El papel del periodista debe tener esa vena social, pues de lo contrario está al servicio del poder.
En este momento y desde que Andrés Manuel López Obrador apareció en la escena política nacional he estado de acuerdo con su visión, comparto los principios y visiones de la llamada “Cuarta Transformación” y creo entender con mucha claridad el pensamiento del presidente de la República y como la misión que él mismo se ha asignado es sacar al país del atraso en que se encuentra a causa de la inadmisible corrupción de la clase dirigente.
Veo con mucha simpatía su empeño en favorecer a los más pobres y la entiendo primero como una causa social y humanitaria, aunque también como un emprendimiento económico y político, al final poner dinero en la mano de los que han estado por décadas al margen del mercado de consumo, les permite la perspectiva de integrarse a la economía, tener la perspectiva de la movilidad social.
Hace unos días López Obrador hizo una cita del filosofo y teórico Federico Engels, quien frente a la tumba del también filoso y autor de tantas teorías económicas vigentes en nuestros días, Carlos Marx, y lo hizo señalando:
“Así como Darwin descubrió la ley del desarrollo de la naturaleza orgánica, Marx descubrió la ley del desarrollo de la historia humana: el hecho, tan sencillo, pero oculto bajo la maleza ideológica, de que el hombre necesita, en primer lugar, comer, beber, tener un techo y vestirse antes de poder hacer política, ciencia, arte, religión…”
Y en efecto esa es la esencia del materialismo histórico, se deben generar equilibrios y no dejarle todo a la “mano invisible del mercado”; en una sociedad tan desigual como la mexicana no fue capaz nunca de propiciarlos, por lo que es necesario que el estado intervenga para empujar el cambio.
Peor aún, en los recientes 36 años bajo la noche neoliberal, México fue partido en 2 países, uno de ganancias y prosperidad, ese en el que nos querían convencer de que pronto llegaríamos al primer mundo; el otro lamentablemente de carencias y marginación.
Como periodista que he vivido y observado ambos Méxicos en estos 32 años de trayectoria, no puedo dejar de manifestar que estoy con López Obrador.
Nuestro país necesita de esa visión para progresar y encontrar un entorno de mayor justicia para sus habitantes. Esa es la base, si lo conseguimos nos espera un futuro luminoso como nación.
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