Hoy conmemoramos un aniversario más, recordamos que hace 105 años se promulgó la Constitución vigente, la Constitución de 1917. Como aquí se ha dicho, lo mencionó Mauricio Kuri, las constituciones son fruto de procesos de cambio, de transformación.
La primera Constitución federal, de 1824, surge para hacer valer nuestra independencia y dejar de manifiesto que México sería un país libre, soberano, con una República popular, federal; una República, no una monarquía. Ese fue el mensaje principal de la Constitución de la primera República federal de México.
La segunda gran Constitución fue la de 1857, y tuvo como propósito separar al poder civil del poder clerical. Es esa Constitución fruto de un movimiento liberal; lamentablemente, de una confrontación armada, de la guerra de Reforma. Pero México fue desde entonces un ejemplo para hacer valer un principio bíblico, según el cual a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César.
Luego, ya sabemos, se quiso imponer de nuevo el colonialismo, y aquí precisamente, en Querétaro, quedó reconfirmada nuestra soberanía. Aquí, con un acto histórico que todos conocemos, se estableció que México es un país libre, independiente, soberano. Se conquistó, se volvió a alcanzar, se logró la segunda independencia de México.
El tercer movimiento popular fue el que dio origen a la Constitución que hoy recordamos, la de 1917. Esa Constitución es también fruto de un gran movimiento, aquí se mencionaba, por la violencia, por las epidemias, por el hambre. Perdieron la vida en la Revolución un millón de mexicanos, pero no fue en vano, porque en esa Constitución del 17 quedaron plasmados los anhelos de un pueblo que se sacudió la dictadura porfirista, para decirlo amablemente; pero en realidad el movimiento revolucionario significó acabar con la esclavitud que existía en ese entonces.
Todos hemos escuchado que con la Independencia se proclamó la abolición de la esclavitud, pero en realidad durante todo el siglo XIX siguió prevaleciendo la esclavitud en nuestro país. Es hasta 1914 que empiezan a abolirse las leyes que permitían el peonaje en las haciendas de México.
Entonces, la Constitución recoge eso, es abolir la esclavitud, que no haya peones acasillados.
La Revolución se lleva a cabo por el acaparamiento que había del territorio, de latifundios, tanto de mexicanos como de extranjeros. En el porfiriato, y eso no hay que olvidarlo, un hacendado podía ser dueño, y lo era, de la mitad de un estado. Por eso se hablaba de que Terrazas no era de Chihuahua, sino Chihuahua era de Terrazas. Y dominaban los hacendados. Por eso fue el movimiento zapatista, porque los dueños de la Hacienda del Hospital cada vez invadían más las tierras comunales de Anenecuilco, de Morelos.
Una vez escribieron los dirigentes de Anenecuilco al gobernador, que estaba impuesto por los hacendados, pidiéndole que interviniera porque les estaban invadiendo sus tierras. La respuesta del hacendado —porque la carta se la envió al gobernador—, la respuesta fue: ‘Dígale a los de Anenecuilco que, si quieren sembrar, que lo hagan en macetas’. Así surge el movimiento zapatista.
Lo mismo en el caso de las grandes injusticias por las condiciones de opresión a los obreros. No olvidar el porqué de la huelga de Cananea, el porqué de la huelga de Río Blanco.
Entonces, todo eso se recoge en la Constitución del 17. Se establece en el artículo 27 el derecho de los campesinos a la tierra, se restituyen las tierras comunales; ya habían sido invadidas durante el porfiriato. Así surge la propiedad social y eso se establece en el artículo 27.
Y hay algo extraordinario: en la Constitución del 17 se nacionalizan los recursos naturales de nuestro país, en especial el petróleo, que estaba en manos de empresas extranjeras; porque se consideraba, igual que como en los países extranjeros, en la legislación, en especial anglosajona, de que el dueño de la tierra era también el dueño del subsuelo y como en el porfiriato se les permitió a los extranjeros constituir grandes latifundios, sobre todo en las costas del golfo de México, eran también los dueños, se sentían los dueños de los recursos del subsuelo. En la Constitución del 17, en el artículo 27, se establece el dominio de la nación sobre los bienes del subsuelo.
Aquí, en Querétaro, los legisladores revolucionarios dejaron el tema hasta el final, porque alrededor había agentes de las compañías extranjeras y de los gobiernos de otros países pendientes de la decisión que se iba a tomar aquí.
Casi no se dio tiempo. Por eso es importante recordar a Venustiano Carranza y a los legisladores. Y se presenta la iniciativa al pleno para que los recursos de la nación, los recursos del subsuelo fuesen de la nación y se aprueba, y ya no hay tiempo y empiezan los telegramas al extranjero de lo que había sucedido.
Eran tantos los intereses que tuvieron que pasar pues más de dos décadas, del 17 al 38, para que pudiese llevarse a la práctica, para que dejara de ser letra muerta el artículo 27 en materia de petróleo, porque ni siquiera se permitía hacer la ley reglamentaria. Por eso fue también una decisión patriota del general Cárdenas en 1938 para expropiar el petróleo.
Todo esto es lo que recordamos el día de hoy: la justicia social, la defensa de nuestra soberanía, eso es la Constitución del 17.
Y tenemos también que ser autocríticos. En los últimos tiempos, y yo respeto otras opiniones, pero desde mi concepción, durante todo el periodo neoliberal, en vez de avanzar, retrocedimos en cuanto a los derechos establecidos en la Constitución. No se legisló en favor del pueblo de México, se legisló en favor de las minorías y se entregaron bienes de la nación a particulares, nacionales y extranjeros; hubo graves retrocesos.
Por eso, cuando aquí Sergio hablaba de que se hacía necesaria, después de nuestro triunfo, proponer una nueva Constitución, lo pensamos, porque todas las reformas que se hicieron en 36 años fueron para ajustar el marco legal en beneficio de las minorías, no para defender al pueblo ni hacer valer nuestra soberanía.
Pero, imagínense —y por eso la política, entre otras cosas, significa optar entre inconvenientes— lo que se nos hubiese costado llevar a cabo un cambio así, el tener una nueva Constitución. Nos hubiese desgastado, nos hubiese confrontado, no hubiésemos avanzado.
Entonces, optamos por reformar buscando los equilibrios, también la conciliación. Y se avanzó en reformas muy importantes.
Imagínense para la justicia social lo que significa que en la Constitución se haya establecido —la Constitución vigente— el derecho de los adultos mayores a la pensión, el derecho a la pensión para niñas, niños con discapacidad; el que se haya elevado a rango constitucional el derecho de estudiantes pobres a recibir una beca para estudiar; el derecho del pueblo a la salud, que esto se haya logrado al reformar el artículo 4º constitucional, lo que hicieron los legisladores; y que, además, se haya escrito en un transitorio de la Constitución que no deben de reducirse los presupuestos destinados a garantizar estos derechos. Eso fue un avance importantísimo.
Lo mismo, el que se haya logrado reformar el artículo 28 para que se considere prohibida la condonación de impuestos, que era un abuso, una gran injusticia, que la mayoría de los mexicanos, los más pobres, estaban obligados a pagar sus impuestos; todos pagaban impuestos, todos, porque hasta el que compra una mercancía tiene que pagar un impuesto; pero las grandes corporaciones empresariales, financieras, no pagaban impuestos, se les condonaban los impuestos, miles de millones de pesos.
Fue un gran avance el que se establecieran el artículo 28, repito, que se prohíbe la condonación de impuestos, así como está prohibido el que existen los monopolios.
Fue muy importante también elevar a rango constitucional el castigo a los corruptos, porque se llegó incluso durante todo el periodo neoliberal a hablar de transparencia, se crearon institutos para garantizar la transparencia, institutos anticorrupción, pero la corrupción no estaba tipificada como delito grave; incluso, se había llevado a cabo de manera deliberada una reforma al Código Penal para que no fuese delito grave la corrupción. Entonces, ahora es distinto, es delito grave la corrupción, sin el derecho a fianza.
Es muy importante también el que se aprobara, que se llevara a cabo una reforma para quitar los fueros, en especial al presidente, que pueda ser juzgado el presidente de la República en funciones por cualquier delito como cualquier otro ciudadano. Esto venía desde la Constitución del 57 y, a pesar de la Revolución, se mantuvo en la Constitución del 17 el fuero presidencial.
Y ahora se llevó a cabo esta reforma y otras más, como la de revocación del mandato, que se va a llevar a la práctica por primera vez el día 10 de abril. Independientemente del resultado, es establecer el hábito democrático. No olvidar que el pueblo es el soberano, que se tiene que mandar obedeciendo, que en la democracia el pueblo manda; que, así como nos ponen, nos pueden quitar los ciudadanos. Esto se ha logrado en los últimos tiempos.
¿Qué falta?
Algunas otras reformas constitucionales. Y se está buscando convencer, persuadir de la necesidad de que se reforme la Constitución para fortalecer la industria eléctrica nacional, porque evidentemente hay un desbalance, no hay equilibrios.
Se le dio en la reforma energética anterior todos los privilegios a las empresas particulares al grado de que, si esto no lo resolvemos, desaparece la Comisión Federal de Electricidad. Porque hasta para despachar la energía se le dio preferencia para subir la energía a las líneas de transmisión a las empresas extranjeras, y se llegó al extremo de que no se considera energía limpia la que se produce en las hidroeléctricas, que son las plantas de la Comisión Federal de Electricidad, cuando es la energía más limpia y más barata.
Todo esto para favorecer a particulares, que eran los que dominaban en el país, porque no había en ese sentido una separación entre el poder económico y el poder político.
Ahora estamos buscando, sin extremismos, que se resuelva este asunto, que se mantenga la equidad, 46 por ciento del mercado eléctrico para las empresas privadas, 54 para la Comisión Federal de Electricidad.
No hay que olvidar que un gran presidente, Adolfo López Mateos, tomó la decisión de nacionalizar la industria eléctrica y, entre otras razones o como parte de su fundamento, ese que el sector particular, las empresas privadas, no consideraban negocio electrificar los pueblos. Un poco lo que sucede con el internet: tenemos señal en las grandes ciudades y en los pueblos apartados no hay señal porque no es negocio.
En 1960, Antonio Ortiz Mena, secretario de Hacienda, y Adolfo López Mateos, toman la decisión de nacionalizar la industria eléctrica para electrificar los pueblos, y gracias a eso se electrificó todo el país, porque no prevalecía el lucro, sino el servicio público.
Es lo que ahora estamos buscando, el que podamos equilibrar y proteger esta empresa pública, esta empresa de todos los mexicanos, de los consumidores domésticos, pero también de los empresarios. Necesitamos poner orden en el caos que significó el entregar concesiones a diestra y siniestra, sin tomar en cuenta el interés general, el interés público, el interés de los mexicanos.
La otra propuesta, la otra iniciativa, que es también para debatirse, es una reforma electoral para que de una vez y para siempre se acaben los fraudes electorales, ya que se termine con eso, todo un periodo vergonzoso que se padeció en nuestro país.
Que tengamos jueces, autoridades imparciales en lo electoral, que no haya fraudes, que las elecciones sean limpias, sean libres, como lo pedía el presidente Madero, Apóstol de la Democracia. No consejeros, magistrados, empleados del presidente o de los partidos, sino autoridades verdaderamente independientes, de inobjetable honestidad con voluntad, con vocación democrática. Nos podemos poner de acuerdo con eso.
Seguir el ejemplo, ni siquiera de países europeos o de otras naciones o potencias, el ejemplo de Costa Rica, de cómo tienen resuelto, desde hace mucho tiempo, todo lo relacionado con los procesos electorales. No saben de fraude, no saben de compra de voto y se respetan las decisiones de las autoridades electorales. Eso lo podemos lograr, un poder verdaderamente independiente para que se haga valer la democracia.
Y ya, por último, el que se consolide la Guardia Nacional. La opinión nuestra es que es una institución que nos hace falta a todos. Cuando se creó se contó con el apoyo de todos los partidos representados en el Congreso, por unanimidad se aprobó la creación de la Guardia Nacional.
Pero yo tengo la preocupación —porque tenemos que pensar en instituciones que puedan servir no un sexenio, no una década, sino varias décadas, más cuando se trata de la protección del pueblo, de garantizar la paz y la tranquilidad—, y tengo la preocupación de que, si no dejamos esta institución consolidada y queda suelta, como quedó en su tiempo la Policía Federal Preventiva, se puede echar a perder y necesitamos que la Guardia Nacional —es mi propuesta— dependa de la Secretaría de la Defensa Nacional, de una institución profesional, de una institución con disciplina, de una institución que desde que surgió precisamente durante la Revolución ha actuado con lealtad al pueblo de México.
Esas son algunas reformas.
Yo estoy muy satisfecho de estar aquí. Esta es la historia, aquí estuvo Heriberto Jara, el revolucionario que más admiro, Francisco J. Múgica, y muchos otros a los que les rendimos homenaje el día de hoy.
Muchas gracias