Sonora Power por Demian Duarte se publica originalmente en SDP Noticiashttps://www.sdpnoticias.com/opinion/se-va-acabar-el-mundo-por-la-controversia-vs-mexico-en-el-tmec/

La respuesta es no, ni el mundo se va acabar, ni la relación comercial de México con Estados Unidos y Canadá se va terminar, es más ni siquiera habrá sanciones o cambiará el enfoque de socio estratégico que hoy tiene nuestro país.

Simplemente se va a abrir un periodo de consultas y análisis sobre la posición de México dentro del Tratado Comercial para América del Norte, en donde un grupo de empresas con capitales de Estados Unidos y Canadá se están quejando ante lo que ellos consideran que pudiera ser una practica proteccionista de parte del gobierno de México dentro del sector de generación y distribución de electricidad.

Sin embargo, una cosa es poner una queja, la otra es demostrar a cabalidad su efecto negativo.

La razón de fondo son al final del día las restricciones que ha decidido poner México y condicionar que la generación de energía se ubique en un 54 por ciento en manos del estado, a través de la Comisión Federal de Electricidad, al tiempo que se decidió restringir la presencia y operación de empresas privadas en ciertos sectores.

El argumento del gobierno de Andrés Manuel López Obrador es que el estado mexicano tiene derecho a preservar la rectoría del estado sobre un sector que es estratégico, mientras que en los países socios dentro del TMEC, prevalece la visión de que es el mercado el que debe regular, tanto costos, como impulso al desarrollo de infraestructura.

La realidad ha demostrado que la razón está del lado del presidente de México, sin embargo al ser el TMEC un acuerdo por medio del que se asume que se da preferencia a las inversiones de empresas que están dentro del bloque comercial, la queja dio inicio al panel de controversia.

El problema es demostrar que en efecto el cambio de política en México afecta los intereses de esas empresas.

Y es que lejos de lo que los medios de comunicación y analistas que no gustan de la visión de la 4T al respecto, México para empezar lejos de restringir la inversión extranjera, la impulsa y la recibe de manera correcta, aunque manteniendo la rectoría del estado sobre el diseño de la política de generación de energía y la distribución en territorio nacional.

Y es que en el camino se cancelaron algunos proyectos, como el de interconexión de la península de Baja California, que costaría 1 mil 200 millones de dólares, además se decidió impulsar la industria hidroeléctrica y cambiar las reglas de operación en el enfoque que daba preferencia a la energía producida por privados, por encima de la producción de la CFE, argumentando que la energía de CFE es sucia, cuando la enorme mayoría de las privadas producen su electricidad en base a plantas de ciclo combinado, es decir quemando gas natural para evaporar agua, que es lo que activa las turbinas.

López Obrador sigue utilizando la red de ciclo combinado, pero ha decidido rehabilitar y dar prioridad a la infraestructura efe generación ya existente, incluyendo las plantas hidroeléctricas, lo que trae con el grito en el cielo a ciertos actores.

Sin embargo al mismo tiempo desarrolla nuevos proyectos como los de energía solar en Sonora (ahora serán 7 plantas solares en total, no solo 1 ya anunciada) y abre la inversión en esas plantas a empresas del extranjero, a la par de que invierte en el desarrollo de las propias.

De hecho la apuesta en torno a la generación de electricidad a partir del sol, es construir enormes capos solares en Sonora y Baja California, a fin de exportar la energía limpia a los Estados Unidos, a fin de abaratar el abasto y garantizar suficiente fluido eléctrico.

Adicionalmente se abre un mercado nuevo para inversiones privadas sobre todo de Estados Unidos, en el segmento del gas, pues el gobierno se ha manifestado favorable a recibir inversiones en plantas de licuefacción a fin de aprovechar la infraestructura de gasoductos y poder exportar ese combustible a mercados de Asia y Europa que hoy por hoy lo están necesitando.

Grandes empresas del vecino país del norte, tanto del sector de combustibles, como del de energía eléctrica podrán favorecerse de esa visión, lo que moverá enormes inversiones en la región.

El presidente ha sido claro, no está dispuesto a ceder en la soberanía, y este asunto trae muy molestos a los que manejan el lobby económico de México en Norteamérica.

El panel de controversia es justamente una instancia para discutir, revisar y en su momento dirimir las diferencias, antes de llegar a sanciones, que pueden ser multas, o bien aranceles compensatorios, sin embargo una cosa es abrir el panel y otra cosa es que esas acciones estén ya firmes, de hecho como se sabe hay 75 días a partir de que se abre el panel, para que se delimite el rumbo a seguir.

El gobierno de México está seguro de que eso no ocurrirá y que en todo caso habrá acuerdos y entendimiento trilateral, considerando el interés superior de la alcancía trilateral.

Sin embargo me llama la atención, primero el festín que se traen los opositores y muy en especial un grupo de “iluminados” que creen tener todo el escenario listo para las sanciones, no para los acuerdos, sin entender que en efecto, México tiene derecho en el marco del TMEC a cuidar sectores estratégicos, diseñar sus propias políticas en base a sus propias leyes.

Las cosas caerán por su propio peso.

Correspondencia a demiandu1@me.com | En Twitter @Demiandu 

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