Las Vegas. La final por el campeonato de la NFL ha creado su propia cultura, muchas veces relacionada con la identidad nacional de Estados Unidos. En cada edición del Supertazón es posible entender los principios más representativos de millones de personas, la disparidad en sus opiniones políticas, la lucha por la igualdad racial y el más profundo espíritu competitivo en un deporte que genera fortunas de dinero. Como el partido es una consagración a esos valores, los Jefes de Kansas City jugaron al ritmo de las luces brillantes de Las Vegas para ganar 25-22 en tiempo extra a los 49ers de San Francisco.
Si todo en la ciudad es más grande, mejor y esplendoroso, en la misma escala estaba la recompensa del triunfo. Más de 6 mil representantes de medios de 26 países estuvieron acreditados en los circuitos del Allegiant Stadium, un gigante construido a finales de 2020 para ser la nueva casa de los Raiders. Asistir a esta gran fiesta de los profesionales se ha convertido en casi obligación para candidatos, senadores y congresistas que buscan ampliar sus relaciones de poder con los dueños de las franquicias.
Pero también para múltiples personalidades de la música y el cine, entre ellas la cantante de pop Taylor Swift. Después de su gira por Tokio, con la que originó una serie de cálculos sobre el tiempo que le tomaría viajar a Las Vegas, la estrella de 34 años hizo su aparición en un palco para apoyar al ala cerrada de los Jefes, Travis Kelce.
Por primera vez, la NFL adaptó su estricto código de conducta a los nuevos tiempos de las apuestas más allá del deporte. En medio de esa transformación, que ayer generó ganancias a los casinos por cientos de millones de dólares, Patrick Mahomes se propuso crear un sitio en el que sus compañeros nunca hubieran estado antes. Luego de superar a Filadelfia hace un año en Arizona, el siguiente paso para los Jefes era unirse al selecto grupo de bicampeones con su segunda final ganada sobre San Francisco.
¡MVP, MVP, MVP! (siglas en inglés del Jugador más Valioso), gritaba el público de Kansas en las gradas al cierre del último cuarto. El mensaje iba dirigido a Mahomes, dos veces ganador del premio y convertido en el villano de una historia fantástica del Sr. Irrelevante, Brock Purdy. La moneda podía caer hacia cualquier lado. Elegido en el draft de la liga hasta el turno 262, el mariscal de campo de los Niners ratificó que es más que un talento promedio en la élite del futbol americano,
Purdy no tiene el repertorio de pases de Mahomes ni la fuerza en el juego terrestre de Lamar Jackson, recién nombrado MVP de la temporada. Pero su manera de entender el juego se sale del libreto, como en la construcción de un engaño brillante que marcó el Supertazón en el que el receptor abierto Jauan Jennings, convertido en mariscal de campo, lanzó un pase de anotación para Christian McCaffrey y puso el marcador 10-0 en el segundo cuarto. Nadie podía preverlo en las apuestas.
En una conversación de vestuario que se hizo viral entre Purdy y Nick Bosa, el defensivo estrella de San Francisco expresaba su sorpresa por lo que había mostrado el joven de 24 años en tan poco tiempo. Lo que estás haciendo me vuela la cabeza, le dijo. Y así muchos otros que dudaron de su exitoso paso por los playoffs, vieron agrandar su figura frente a la leyenda de los campeones Jefes de Andy Reid.
Como toda gran celebración nacional, el Supertazón ha patentado una serie de expresiones que dominan el imaginario colectivo de la sociedad estadunidense, desde desfiles militares y personas disfrazadas de Elvis Presley o Marilyn Monroe hasta aviones del ejército sobrevolando el estadio mientras se canta el himno nacional al frente de una bandera gigante. Porque hablar de este partido es hacerlo también de todo un país.
La noche de las defensivas
Desde su creación en 1967 bajo el formato de dos grandes conferencias, los equipos finalistas de la NFL hicieron de este partido un banco de puntos y touchdowns. Paradójicamente, en Las Vegas fue lo contrario. Kansas y San Francisco tardaron más de un cuarto en abrir la rendija. Un gol de campo de 55 yardas de Jake Moody, combinado con la gran jugada de Jennings y McCaffrey, adelantó a los 49ers por 10 puntos. Pero Mahomes, quien más de una vez quedó atrapado antes de la zona roja, supo encontrar el miedo en los ojos de sus rivales.
Con un par de goles de campo de Harrison Butker, entre ellos el más largo en la historia del Supertazón (57 yardas), los Jefes se olvidaron del balón suelto y de la intercepción que cargaron antes de irse al descanso. Castigaron una mala recepción de Darrell Luter en una patada de despeje y tomaron ventaja 13-10 al entrar Marquez Valdes-Scantling a las diagonales.
Mientras se acumulaban lesiones y nerviosismo, los dos equipos agregaron más patadas de tres puntos al marcador hasta que San Francisco cerró su última serie arriba 19-16, a menos de dos minutos para el final.
En cuestión de tiempo, para Mahomes era suficiente. Más de una vez intentó ganar el partido con Kelce, pero el ala cerrada apareció sólo en redes sociales, iracundo e incontrolado mientras empujaba a su entrenador en jefe, Andy Reid, al no encontrar espacios para sus ataques. Por eso, y porque Butker llevó la serie a tiempo extra con otro gol de campo, el mariscal de campo de Kansas City esperó paciente su momento como en otras finales de la NFL.
Cuando los 49ers celebraban una ventaja de tres puntos, el aclamado MVP engrandeció su carrera con un pase de anotación para Mecole Hardman, suficiente para conquistar en Las Vegas su tercer anillo de campeón –el segundo al hilo– y ser respetado como futura leyenda.
Agradezco a nuestro entrenador, él nos hace ser mejores, esto es maravilloso, es legendario. Aquí empieza una dinastía, dijo Mahomes, nombrado el Jugador Más Valioso del Supertazón (La Jornada).