Aun cuando la entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México fue un festejo de la élite militar y política, y con poca o ninguna significación social, no deja de ser el acontecimiento formal en el que desembocaron los acuerdos de Iguala y los Tratados de Córdoba y la culminación de la lucha de más de una década para alcanzar la independencia de México.
Es cierto que el 27 de septiembre de 1821 cabalgaban al frente de las tropas triunfantes el general Agustín de Iturbide y sus subordinados, los militares realistas, y que muy atrás venían los liberales encabezados por Vicente Guerrero, quienes ni siquiera firmaron al día siguiente el Acta de Independencia del Imperio Mexicano.
Sin embargo, lo vivido en ese día, hace 200 años, marcó para siempre nuestra separación política con España. Desde entonces, desde ese día, ni Iturbide, ni Santa Anna, ni ningún otro jefe político conservador dejaron de cumplir con el compromiso de hacer valer la Independencia de México y así quedó demostrado cuando se defendió a la patria ante varios intentos de reconquista que buscaban mantener la subordinación a la monarquía española.
Claro está que, a partir de la independencia política, la nueva nación pasó por pruebas muy difíciles y dolorosas, hasta llegar a ser lo que hoy somos gracias a mujeres y hombres que a lo largo de nuestra historia han sabido poner en alto el nombre de México, con valor, perseverancia, desinterés y ofrendando hasta la vida misma por nuestra querida patria.
En esta ocasión no hablaré de las confrontaciones internas entre liberales y conservadores, ni del movimiento de Reforma, ni de la Revolución mexicana; tampoco de cómo nuestros antepasados, con heroísmo enfrentaron invasiones extranjeras para hacer realidad la soberanía nacional.
Este día lo dedicaré a exaltar la importancia que tiene el mantener relaciones de amistad con todas las naciones del mundo. Es obvio que tenemos por historia religiones, culturas e ideologías políticas, distintas formas de pensar y de actuar; sin embargo, es también mucho lo que nos une y nosotros predicamos y promovemos la fraternidad universal.
Nos declaramos partidarios de la paz, de la soberanía y del amor. Aunque no olvidamos, sostenemos que es tiempo del perdón y del respeto mutuo. Ahora, por ejemplo, mantenemos buenas relaciones con la Iglesia católica gracias -en mucho- a que el papa Francisco es un verdadero cristiano, un defensor de los pobres. Con motivo de esta conmemoración ha enviado una carta a los católicos de México en la cual, con profunda humildad, reconoce los errores cometidos en el pasado que han sido, cito textualmente, ‘muy dolorosos’, y al mismo tiempo recuerda que el padre Hidalgo tomó del Santuario de Atotonilco la imagen de la Virgen de Guadalupe como símbolo de lucha y de esperanza.
Celebramos la presencia en esta conmemoración del vicedecano del Consejo Cardenalicio, Leonardo Sandri. Es bienvenido a nuestro país.
No hay razón, tampoco, para enfatizar en este día las profundas diferencias históricas que hemos tenido con Francia, porque en los nuevos tiempos esa nación y su gobierno han sabido respetar la dignidad de nuestro pueblo. Un dato: en la exposición que hoy inauguramos, Francia fue el país que más objetos arqueológicos e históricos puso a nuestra disposición.
Agradecemos la presencia en este acto de Barbara Pompili, ministra de Transición Ecológica.
Y cómo reclamarle en estos tiempos a los rusos el asesinato del gran escritor y político León Trotsky, que estaba asilado en nuestro país, si hasta en la Guerra Fría mantuvimos buenas relaciones y hoy, con elegancia y amabilidad, nos envían felicitaciones desde el espacio.
Hace poco, cuando me contagié de COVID, el presidente Vladimir Putin ofreció enviarme médicos para curarme y expresó que deseaba mi pronta recuperación.
Hoy nos complace la presencia de Anton Kotyakov, ministro de Trabajo y Protección Social de la Federación Rusa.
Así, con este mismo espíritu se desarrollan también nuestras relaciones con China, Japón, Italia, Irlanda, Bangladesh, Dinamarca, Sudáfrica, Emiratos Árabes, Bolivia, Guatemala, Canadá, Cuba y con todos los países del mundo. En especial, expreso nuestra gratitud por acompañarnos al primer ministro de Belice y a los cancilleres de India y Países Bajos.
También es muy satisfactorio, como lo hemos constatado, escuchar el mensaje del presidente Biden.
Es oportuno recordar que el año pasado México fue miembro del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas con 187 votos a favor, la aprobación mayoritaria más alta de la historia.
La frase del mejor presidente de México, Benito Juárez, según la cual ‘entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz’, siempre será la guía de nuestras acciones en materia de política exterior y la cordialidad nunca dejará de ser nuestro principal distintivo.
México ha sido, es y seguirá siendo sinónimo de amistad para todos los pueblos del mundo.
¡Que viva la fraternidad universal!
¡Viva México!